Cuando el hombre deja de cobijarse bajo las excusas, y ya suelto en libertad, a plena intemperie, reserva su misericordia para el prójimo y alguna para sí mismo, podemos decir entonces que está presto para la redención. Esto ha funcionado así en toda época, y aquí, con sus respectivos momentos históricos, estas tres novelas (de ahí el 3.2.1.) comparten título: Redención; y siendo tres, son una: he ahí la magia de la literatura.
Todos sus personajes, radicados unos, Absalom y Abay, en el eje Etiopía, Sudán y Egipto en el previo momento a la invasión napoleónica de finales del XVIII; o los hijos de emigrantes españoles en París que, en 1981, el mayor, Rodrigo, es farero en la Bretaña y Diego pescador de altura en Galicia; como, por último, Mateo, Roman Giza y Yohiro, personajes de aluvión para un futurible que en la novela arranca en 2031 y tiene su escenario en una colonia de Renta Básica Universal en Camerún, comparten todos el haber alcanzado un estado perfectivo en su existir que los hace acreedores de una genuina redención.