El domingo sirve para que Bayo, un caballo de trabajo, haga un repaso mental por todo aquello que su vida en la granja le ha servido para comprender algunas de las virtudes y miserias del ser humano, apelando, con una supuesta simple lógica equina, a aspectos relacionados con la inteligencia y la moral humana, y tan variopintos como la escritura, la religión, la alienación mental, la inmigración o el derecho a la muerte digna y voluntaria por nombrar algunos, todo ello desde una perspectiva en la que la honestidad, el respeto, el honor y la dignidad son vías esenciales en su comportamiento, todas ellas aprendidas desde los seres que más ha admirado en su vida: su padre y Marcos, el dueño de la granja. Sus reflexiones evolucionan desde una aparente y en momentos cínica sencillez a una complejidad progresivamente más sensible y comprometida con aspectos éticos y morales, mostrándose, paradójicamente desde un equino, una inmensa humanidad basada en la humildad y la sencillez.