Mi infancia no transcurrió en un patio de Sevilla, sino en un balcón con vistas a los descampados de un barrio obrero de la Barcelona de Porcioles. Todos los domingos había sesión doble maratoniana en el Cine Levante.
De esta manera, entre el realismo que impone la infancia en el tardofranquismo y la fantasía que el cinematógrafo permite, nacen estos relatos que ofrecen un paisaje donde el pasado viaja al presente y viceversa.