RETALES DE UN ESCÉPTICO PETRICOR se cierne sobre la postergación del escardar de malas hierbas proliferadas en las antípodas del inconsciente, el continuo regar de la maleza que brota en la nesia sin cesar, por la predilección insana de un niño grande, que pese a saberse en llamas, prefere seguir ardiendo avivando los recuerdos, cavilando en los cabales del insomnio, oxidando su ánima, y lidiando con el letargo tan recurrente en esta sociedad post-moderna; en la que considera, que todos somos seres alienados por un cordel etéreo, entes subyugados por hermanos, víctimas de resquicios pasados que dejaron impronta en nuestro devenir, bueyes exhaustos que no cesan en su esfuerzo tirando de la troika que arrastran, por el escepticismo que suscita el óbito, por el pánico a la nada o a una penitencia mayor. Este precoz autor viene a recordarnos que siempre hay ley latente bajo el fenómeno, que no se debe prescindir ni de la más minúscula e ínfma minucia, que hay que atender al detalle y jamás desdeñar el matiz, que la sociedad delimita al individuo mas es el individuo el que previamente ha delimitado el cesto, que el ser no nace, se hace; que no existen imposibles, tan solo improbables, por el burdo facto de encontrarnos en un sistema meritocrático que nos miente mirándonos a la cara. Que vivimos una vida que no nos pertenece, de la que no somos dueños, en la que lo más preciado es la memoria, la congruencia de nuestra historia, el evocar de los recuerdos. Que somos uno más, imbuidos en las vicisitudes de este tiempo, por mucho que nos empeñemos en creernos más que el resto. (+) … Soy uno más, de esta cruenta realidad, de este pantano fangoso, colmado de lodo, del que rezuma el estertor y el hedor de los entes hacinados que agonizan sin reparo, sin dilucidar ningún clavo donde aferrar su mortalidad, y descansar, pese a que solo sea por una milésima de segundo, de la abismal sordidez trivial en la que oxidan sus entretelas, y sus entrañas defenestran. Soy uno más, otra cucaracha, otro escarabajo que pisotear. Soy uno más, otro objetivo, otra diana, donde clavar la acritud y la hostilidad que emana de los buitres que se ensañan con una presa que aún respira, que aún colea, que aún suspira. Soy uno más, donde verter su micción, cada vez que mi
dicción pretenda cuestionar. Soy uno más, otro ensimismado por un trilero haragán, que afrma que si gano, la fortuna me desbordará, o que si al menos acierto algún estadio, a rebañar las gotas de sus caldos, me convidará. Soy uno más, otro comensal sin plato, otro inocuo alterado, otro loco de atar, que no cesa de cavilar arremolinado acerca de los ininteligibles vocablos que rezongan los déspotas bastardos, a la par que esbozan una carcajada, y comienzan a desternillar su alma atornillada por la vileza y la maldad; esa que nunca quise encontrar en el humano, que nunca creí llegaría a hallar, pero que si en algún lar ha de estar, desde luego, asevero con denuedo, que reside en el estruendo, en el estrépito estridente que parte de tales tercos indulgentes. Extracto de su otra compilación Aporías de una Psique Enajenada