Este texto trata del uso de las fotografías en un contexto terapéutico, concretamente dentro de un encuadre gestáltico.
Parte de la base de que el gesto cómplice del registro fotográfico no puntualiza nada sobre ningún significado en particular; por el contrario, alberga una rica variedad de potenciales significados a la espera de un virtual espectador que le proporcione su propia lectura. Desde esa perspectiva, el uso de la fotografía representa una rica oportunidad para explorar el inconsciente, para reconocer emociones, sentimientos, fantasías y expectativas, gracias a que se muestra capaz de eludir ciertas estrategias de autodefensa (verbalización, racionalización…) que nos limitan y constriñen nuestro modo de relacionarnos con el mundo.
La utilización de las diferentes técnicas que conforman ese amplio espectro, etiquetado como “Fototerapia”, permite explorar todo un imaginario emocional, estimulando la afectividad, facilitando la exploración de áreas sensibles y también la expresividad verbal, aumentando la comunicación entre paciente y terapeuta, generando espacios de autoconfrontación, e intentando hacer responsable al paciente de lo que ocurre durante su propio proceso. En definitiva, que sea más consciente de su particular percepción del mundo y de sí mismo.