En la Ruta de la Seda están muy presentes el comercio, la religión, el poder político, la cultura y la muerte, es decir, los bazares y caravasares, las mezquitas, los palacios, las madrasas y los mausoleos, referencias iconográficas que encontramos en abundancia en los medios, pero escasean las referencias sobre sus gentes, su manera de ser y de comportarse.
Transitamos entre rostros, tratamos de distinguir expresiones, gestos y actitudes de los personajes de la encrucijada de la diversidad, en el corazón del continente euroasiático, su forma de vida vibrante y resistente al empuje uniformador del mercado globalizador, desde el retrato de corte antropológico, centrado en el valor de la fotografía como forma de acercamiento a contextos culturales distintos, más que como representación de los mismos.
Una ruta entre rostros, en la muda conversación de la mirada, dejando de ser lo que somos, cruzando al otro lado, a su lado, obteniendo retratos, desde donde ahora ellos nos miran.