El autor, Manuel Díaz Pérez, pasó varias horas en el Coliseo, al lado de la cruz, escribiendo y tomando notas para resucitar la espiritualidad de sus personajes y reconstruir lo que aconteció en sus subterráneos, gradas y espacios donde se desarrollaron las acciones que llevaron al destino final de sus protagonistas.
La historia se centra en dos personajes principales: Sacrilaren, una cristiana, y su hermano Elcayo, un gladiador. Ambos vivieron sus destinos en la Roma Imperial, y sus historias, regaladas por el tiempo, son ahora compartidas con el mundo.
El Coliseo, símbolo de la brutalidad y la barbarie humana, es el escenario donde se dan las realidades de esta obra. Sacrilaren y Elcayo presentan un viaje existencial marcado por la valentía, el sacrificio y un profundo mensaje para la humanidad.
A través de sus personajes, el autor reflexiona sobre la crueldad humana y nos recuerda que los actos inhumanos que marcaron la historia siguen presentes en la actualidad.
La escritura simboliza la eterna lucha entre el bien y el mal, con el Coliseo como tablado de represión, opresión y resistencia. Allí, los poderes y parte del pueblo contemplan con morbo el espectáculo dantesco de sangre, violencia y el maltrato no solo a los humanos, sino también a la naturaleza animal.
Sin embargo, entre las sombras de esta lectura, brilla una luz de misericordia y esperanza. El escritor abraza el sueño de un mundo mejor, donde la paz, la humanidad y la bondad prevalezcan. Todo dependerá de la humanización de los poderes y de la sociedad.