Continuando en la misma línea de mi primer libro, San Felices, vivencias de ayer, en este segundo libro amplío ese repertorio de poemas a otros lugares típicos del pueblo, como El Castellar, El Pozo, El Chorrón… y manantiales como Los Hornos, la fuente de la Jansomera…
Del mismo modo, trato de hacer una mención especial y rendir homenaje a ciertas profesiones, como los maestros, el herrero, el cartero… intentando siempre combinar el realismo de la vida cotidiana con el sentimiento y las actitudes de los personajes.
Los elementos de la naturaleza recobran vida e interactúan en los poemas con el autor, al igual que con los vecinos del pueblo en su diario vivir, luchar y disfrutar.
Nos situamos en los años 50 del siglo pasado, y el pueblo era como una pequeña urbe llena de vitalidad, energía, sentimientos y pasiones… y, sobre todo, de muchísimas ilusiones por mejorar sus condiciones de vida y forjar un futuro mejor para sus hijos y descendientes.