De alguna manera, estamos diseñados para sentir dolor de forma circunstancial, no recurrente y en consecuencia, para intentar evitarlo. Al menos, eso nos enseñan. Cualquier sensación o estado anímico «negativo» no debe ser habitual y hay que ocultarlo. No es normal que se prolongue en el tiempo estar triste, ni angustiarse, ni sentir ansiedad, ni llorar, ni afligirse, ni sentir que se te encoge el corazón y mucho menos sentirse roto en mil pedazos. «No llores, no sufras…, no te preocupes, no lo pienses… No merece la pena, no vas a solucionar nada…». Siempre NO. ¿No es normal? ¿No es lo correcto?
El proceso de conseguir tus sueños duele; perder a tus seres queridos, duele; no sentirse aceptado, duele; ver las cosas de forma diferente, duele; sentirse perdido, duele. ¿Por qué esconderlo? Siéntete libre de sentirlo, mostrarlo, escucharlo y compartirlo; no tengas miedo de ello y, quizá, de esta manera, sea más llevadero. Sentir dolor es normal, pues estar vivo duele.