Desde muy pequeña, a Paola se le intuyen signos de liderazgo, reforzado por su talento y belleza. Sin embargo, con dieciocho años, comete un desliz… o dos, y luego sufre un cruel percance; todo ello podría hacer tambalear su brillante trayectoria de vida.
Lejos de caer en la predecible depresión, se repone de las contrariedades con la decisión de ampliar sus estudios —cursando dos carreras a la vez—, sin por ello descuidar a su directa familia, e incluso aborda la faceta política. En poco tiempo, estimulada con el aliento de un reconocido político nacional al que idolatra, se convierte en una figura de elevada notoriedad en la Transición española.
Desde adolescente, sintió y mantuvo oculto el amor por su primo, el cual profesaba igual adoración por ella, pero ambos luchan contra sus emociones porque, a los ojos de la sociedad, su relación sería imposible; eso no lo consiguen, sobre todo, al descubrir el enorme nudo que les ata, uno de los muchos secretos que Paola guarda y que debería desvelar para ser más feliz, bebiendo por segunda vez lo que repelía como pócima de adultos.
Después se produce un hecho trascendental que le hará pensar y evaluar sobre si el patrimonio que poseía era suficiente, o si deseaba más a costa de sacrificar parte de su atesorada riqueza. El telefonazo recibido quedaría como un secreto más… o no.