Después del suicidio de Laia, tras haber sufrido acoso escolar, dos muertes relacionadas, la del director del instituto, y Jaime, un compañero de clase, despiertan la curiosidad de una periodista de investigación. Ella vive desde el principio la pesadilla que envuelve la tragedia de Laia y, aunque solo pretende continuar con su vida y consagrarse como reportera, sobrevivir y destacar ya no es suficiente. Se le presenta la oportunidad de cambiar las cosas, y se lanza a la búsqueda de la verdad para encontrar algo que jamás había imaginado. La sangre, los gritos de angustia y la desgracia con la que día a día convive, llevan a esta mujer a padecer una enfermedad que está convirtiéndola en una persona muy desequilibrada. Un asesino recorre las calles de Arenza, un pueblo cercano a Madrid. Arantxa, la periodista encargada de un reportaje sobre el bullying, no descansará hasta saber todo lo ocurrido. Hay una tragedia silenciosa que se está desarrollando hoy por hoy en nuestros hogares y que concierne a nuestras más preciosas joyas: los hijos. La autora refleja fielmente este drama actual, desarrollando una intensa trama que habla sobre la lealtad, el silencio y la venganza. De ahí, que sea una novela compuesta a partes iguales de culpa, rabia y amor. Los rasgos que identifican esta novela son una investigación convincente, personajes con vida propia y un lenguaje directo a los sentidos, en un mensaje que verdaderamente despierte la atención de la sociedad, para que nos tomemos este problema más enserio. Por eso, en estas páginas se plantea: ¿Por qué las noticias que se publican no incluyen nunca las causas que provocan el acoso? No obstante, la autora omite las suposiciones, las conjeturas, pese a que nos enfrente a una realidad social y educativa que parece que conviene mantener oculta.