A mediados del siglo XIV tuvo lugar una sanguinaria guerra entre los reinos de Aragón y Castilla, que pasaría a conocerse como la Guerra de los dos Pedros. Alonso, un humilde huertano, entra a formar
parte de la guarnición del castillo de Orihuela. En compañía del también novato Bertomeu
conoce a veteranos como Justo y Giner, y se integra en las mesnadas de caballeros como D. Joan Martínez de Eslava y D. Juan Jiménez de Perencisa, viéndose envuelto en una guerra atroz en la que afloran valores como la generosidad, la valentía, el honor y la lealtad, mezclados con la avaricia, la crueldad y el influjo de los más bajos instintos humanos reflejados en ambos bandos. Una contienda que tuvo como uno de sus campos de batalla destacados la zona fronteriza entre Murcia y Orihuela. El valor del pueblo llano y de los caballeros oriolanos en la defensa de la ciudad y su castillo, finalmente conquistado, hará que el rey aragonés Pedro IV el Ceremonioso conceda a Orihuela el lema Semper prevaluit ensis vester (Siempre prevaleció vuestra espada) y los títulos de Muy Noble, Muy Leal y Siempre Fiel, que todavía hoy se utilizan con orgullo… a pesar de la derrota.