Era la noche de Noelia, era su noche. Una noche oscura pero plateada, fría pero cargada de miles de cálidas sensaciones. Era una noche especial, diferente, como ninguna otra… Era Nochebuena, la noche de los milagros, del amor y de la paz… La noche del espíritu navideño…
Noelia no encontraba esa felicidad que cada año le había llenado el alma. No encontraba la satisfacción y la ilusión. No se encontraba a sí misma y, aún peor, no encontraba el apoyo en sus amigos. Ellos creían saber más que ella de su propia vida y no se daban cuenta de cuanto se equivocaban. ¿Cómo iban a conocer la verdad de sus propios sentimientos?