Comenta Roberto Oliveros que la teología de la liberación hace hincapié en el contexto social en el que se desenvuelve el hombre. Se hace hincapié también en que la teología debe salir a la calle, no solo postergarse al mundo académico. Prosigue este, que solo saliendo a la calle y en contacto con la realidad circundante del pobre, la teología puede desprenderse de prestar solo un mero servicio auxiliar del magisterio.
«Tal como ha subrayado el Concilio Vaticano II (1962-1965), la teología de la liberación puede desprenderse de ese puesto al que ha sido relegada paulatinamente desde el Concilio de Trento (1545-1563) y pasar a erigirse en un espacio no neutro donde el pueblo emerge como sujeto».