Tras la muerte de su padre y el aplazamiento de su boda, Teresa trata de retomar el día a día como maestra en el colegio de San Miguel. El diario de su madre, fallecida en la guerra, cambió su perspectiva de la vida; y descubrir que su verdadero padre fue asesinado en el España nº 3, en 1936, la confundió aún más. Pero retomar la vida y el amor habiendo vivido hasta entonces entre medias verdades y mentiras no es tarea fácil; y gracias a su tío Antonio, el cruel abogado, todo es susceptible de empeorar. Será su primo Juan quien vele por ella cuando, al tratar de reemprender el vuelo, caiga enredada en otra tela de araña tupida hábilmente por el letrado y sus esbirros; aunque su padre biológico, recién llegado de ultratumba, tratará de jugar un papel que el destino le había negado hasta entonces.
Aunque el bachiller Sansón Carrasco ya advirtiera en El Quijote que «nunca segundas partes fueron buenas», la emoción, la venganza, la ambición y esa eterna búsqueda de Teresa por el amor verdadero hacen que esta secuela, ambientada en la Cartagena de 1960, sea capaz de entretener al lector por su dinamismo y cierta dosis de intriga hasta llegar a un desenlace completamente inesperado. Por otro lado, resolverá todos los interrogantes surgidos al lector en La verdad dormida