Soria en sonetos es un canto de amor a una tierra y un homenaje a sus gentes: a quienes perseveran sobre su suelo contra viento y marea y a quienes, habiendo tenido que marchar, la evocan irremediablemente desde la lejanía geográfica o del tiempo. Como todo canto de amor, este poemario nace cuajado de júbilo y tristeza, de ilusión y desesperanza, de empuje y abatimiento, como los sentimientos que experimenta un enamorado ante el esplendor de la amada, que deslumbra y desconcierta a la vez. Nadie más apropiado que el soneto —el caballero con más arraigo en la poesía castellana, con su perfecto equilibrio entre la docilidad a la tradición y la reputada audacia en el hallazgo— para ponderar y plasmar los encantos de Soria, aun a riesgo de que quienes la gozan en la carne o en la memoria hayan de compartirla con aquellos que la pretendan.