En el año del Señor de 1538 los grandes de Europa acuerdan una tregua y se aprestan a la defensa del orbe católico. El sultán Solimán ya ha puesto pie en Centroeuropa y, con el almirantazgo de Barbarroja, amenaza con hacer del Mediterráneo un mar otomano. Los venecianos y la propia Roma temen por su existencia y apelan al auxilio de los monarcas cristianos, siendo el emperador Carlos V el emblema de esta sagrada empresa. La forja de una cruzada está en marcha, y cuenta para ello con una de sus mejores armas, los temibles Tercios Viejos. En tierra del Turco, en un lugar llamado Castelnuovo, tres mil quinientos españoles escribirán una historia legendaria