Quienes se aventuraron a buscar una nueva vida para mejorar sus condiciones personales o familiares cerraron sus puertas de origen para abrir otra en el núcleo minero llamado Tharsis, tierra árida y dura, en la que, con su esfuerzo, pretendían evitar la miseria y, sobre todo, contar con una estabilidad laboral.
Fueron dejando a un lado sus arraigadas costumbres y entre todos forjaron un nuevo pueblo con esencia de su propia identidad. Hubo momentos en que muchos abandonaron sus ataduras religiosas, bien por indiferentismo, convicción o comodidad, transmitiendo un legado a sus inmediatos descendientes que, con el tiempo, se habría de perpetuar.
En este libro, plagado de detalles históricos que muestran hechos principalmente relacionados con la iglesia y la vida católica en Tharsis, verdaderos protagonistas, discurren paralelos otros de carácter religioso, social o político, algunos de ellos marcados en ocasiones por la violencia, que tuvieron lugar en el mismo Tharsis, Alosno, Huelva, Sevilla y otros lugares del territorio nacional.
Desde la llegada de los ingleses, pocos años después de la apertura de la mina, coexistieron los dos cultos religiosos, católico y protestante, sin que hubiera conflictos entre ellos, pero, en lo concerniente a lo físico, no se movía un solo ladrillo para los edificios o se dotaban de material, pues cualquier decisión que se tomase al respecto habría de viajar de una orilla a otra, de Tharsis a Glasgow y viceversa, teniendo que pasar por Sevilla o Huelva y Alosno, para finalmente en las Minas de Tharsis arribar.