Tiempos Mediocres es un grito contra el momento convulso que vive la humanidad, una época que recuerda los aciagos años de la primera mitad del siglo anterior. Unos tiempos aquellos en los que el sistema económico y social entró en crisis y el mundo en guerras de una destrucción sin parangón histórico. Dos escritores de esos años han dejado su impronta en mi manera de pensar, D. H. Lawrence y George Orwell. El primero anticipa en su Apocalypse la hecatombe de la Segunda Guerra Mundial, criticando la ceguera de los políticos de los treinta. Cito su obra póstuma: «… el instinto de lo heroico se va debilitando en todas las democracias; la historia lo demuestra.
Entonces los hombres se ponen en contra de la llamada del heroísmo; tan solo escuchan la voz de la mediocridad, solamente empuñan la daga ponzoñosa del poder insensible y abusador de esa mediocridad: algo perverso. De ahí el éxito de políticos de casta inferior, incluso canalla…». El segundo, con una visión inconmensurable de la realidad de su tiempo, alumbra su obra fnal 1984, muriendo a los pocos meses de su publicación. En ella nos deja los juicios más impactantes pero visionarios acerca de la abolición de las democracias, de la guerra permanente, del encogimiento del espíritu humano y de la perversidad de una clase política cruel y mediocre que inventa el Gran Hermano como dirigente fcticio y global.
Al hilo de un incidente, saldado con una tetraplejia inicial y casi un año de hospitales, consistente en una agresión brutal con una rama de castaño —un castañazo en toda regla—, Tiempos Mediocres deshilvana las aventuras y desventuras del personaje central, Julio, incidiendo sobre elementos personales de su vida pretérita y actual, autoexiliado a la vida solitaria y saludable en una fnca familiar aislada, salvaje y montuna, La Yedra. Junto a elementos de una trama vital se contemplan los aspectos de la realidad presente, con su carga de crisis económica, moral y política por la que atraviesa Occidente y el resto del planeta. Una realidad que, en opinión de Julio, es de una mediocridad creciente y que no augura un futuro diáfano a la sociedad