Estos son
recuerdos nostálgicos de una vida
más dura que la de ahora, pero más llena,
más emocionante, más brutal
y también más injusta con los débiles.
Una vida que ya no existe, pero que yo
conocí en mi niñez.
Una parte muy importante de cómo he sido
supongo que se deberá a lo que viví allí, en el campo,
en un lugar perdido, lejano y solitario
como era aquel.
Lo bueno fue vivir aquello, como hice yo,
pero puede también, por qué no,
que alguien quiera leer
las cosas que ocurrían allí
en aquellos tiempos.
Pienso en esa parte de mi familia
que aún vive en ese trozo de campo.
Y pienso en gente cercana a mí
a la que quiero y que me quiere
o a la que ni conozco ni me conoce, y qué.
Pienso en mis hijos
y en mis hermanos y en mis sobrinos.
Pero, más que nada, pienso en mis nietos,
porque son niños
y yo era también un niño
cuando pasó lo que aquí se cuenta.
Y a ellos dedico este texto
con todo mi amor.