Nada más entrar en la cafetería, Santiago Estrada queda sorprendido al ver que la mujer que se acerca a su mesa para atenderle es tal como él se imagina a la protagonista de la novela en la que está trabajando. Tampoco ella reconoce en aquel hombre sin barba y con el cráneo afeitado a su escritor favorito.
A partir de este incidente, se generará una relación entre ambos que no es una típica historia de amor ni de deseo, aunque algo tiene de ambas, porque lo que en realidad les une es su pasión por la escritura de relatos de ficción.