En un lugar de La Mancha, cuyo nombre es Pozonegro de las Lagunas, se cobija una partida de melancólicos trasnochados que, ante la degradación del Valle de los Caídos y su posible derrumbe, se plantean alzar una basílica y trasladar allí los restos del “caudillo” para mayor gloria de Las Españas. Al loco aventurero de El hombre del año pasado se le pide, por parte de un amigo, que investigue la desaparición de un tío suyo, retirado a dicha población para trabajar en una novela. Chapucero, bocazas y, sobre todo, pedante, nuestro improvisado detective privado se verá envuelto en una conspiración que intenta hacerse con el poder en toda la población. Entre el tierno e ingenuo comportamiento de los habitantes del pueblo y una pestilente secta egoísta y mafiosa del otro lado, se va a mover el protagonista, que irá descubriendo los entresijos de una historia demencial, acompañado de su socorrido whisky, sus humeantes pipas, y sus inesperados fantasmas, amén de descubrir nuevas viandas de la gastronomía de esta vieja piel de toro, y todo ello regado por sus innumerables y, a veces, insufribles citas.