Durante diez meses —entre el 21 de febrero y el 18 de diciembre de 1916— alemanes y franceses se batieron y masacraron a placer en la región fortificada de Verdún. Los primeros intentaban pasar por delante de las líneas francesas para llegar hasta la ciudad de Verdún, con la idea de ocuparla y hacerse con el control de su ciudadela y todas las fortificaciones que la rodeaban y componían el cinturón defensivo de la región; luego, una vez superado el escollo, pretendían seguir camino rumbo a París. Los segundos, conocedores de las intenciones alemanas, pensaban echar allí el resto, pues aquella barrera en torno a Verdún era el último trámite que tenían que solventar sus enemigos para ponerse en marcha hacia la capital.
La cifra total de bajas durante el transcurso de la batalla difiere según las fuentes que se consulten. En el ejército francés se contabilizaron entre 400000 y 500000, de las cuales 160000 figuran como muertos o desaparecidos; por parte de los alemanes, las cifras apuntan a 430000, con unos 100000 como muertos o desaparecidos. Este enfrentamiento fue el más prolongado de la Primera Guerra Mundial, y, después de la batalla del Somme —un millón de bajas en cuatro meses, entre julio y noviembre de 1916— el más sangriento.