El señor Adrián se sentía feliz trabajando el campo, pero deseaba que su esposa le diera un varón, hasta el momento solo tenía niñas, quería que un chico heredase todos sus olivares, por eso cuando su señora dio a luz a aquel niño, Adrián se sintió el hombre más feliz de la tierra. Ese niño de ojos verdes como aceitunas enamoraba a todas las niñas que tenía a su alrededor, pero Soraya solo lo quería para ella.
Alay rompió el corazón de su padre, cuando el señor Adrián, mostrándole sus verdes campos de olivar, le dijo que quería que heredase todas sus tierras, éste le confesó que no amaba el campo
y que su deseo era ser sacerdote. Los ojos verdes de Alay seguían enloqueciendo a todas las chicas que se cruzaban por su camino.
Una historia de amor, celos, pasión y un final inesperado.