Te escribí, pero no le di a enviar. ¿Recuerdas aquel viaje en coche a la otra punta del país? Con tus pies en el salpicadero al ritmo de la música. ¿O el viaje a Londres? Que el arte eras tú caminando por esas calles, lo otro solo eran monumentos. ¿Y cuándo te llevé al sur para enseñarte una parte de mí? Soy capaz de olvi-dar el acento, pero tú por esas callejuelas es para siempre. ¿Recuerdas cuando me enseñaste que el paraíso está en Formentera? Pues tenías razón, esa isla es idílica y cuando la pisas tú es otra magia. Cuando aterrizamos en el frío de París, ¿lo recuerdas? Estoy seguro de que en algún momento pintamos de color todos esos tejados grises. ¿Recuerdas esos momentos? Pues te escribí en todos y en muchos más, pero nunca le di a enviar. Todo eso que nunca te dije o que no supe bien cómo decirte está aquí, porque esto no es un trocito de mí, soy yo casi al completo. Y así comenzó este huracán, revolviendo todos mis textos hasta clavarse en el pecho.