El autor nos ha dejado en nuestras manos no solo un texto inspirador, sino que viene en el debido momento, en esta secuencia
contemporánea de épocas en crisis existenciales, económicas, guerras y pandemias. Vivimos un cataclismo en curso. Páginas acertadas e impregnadas de mensajes de fe, amor y autoayuda.
En obras como esta se trabaja el alma como tema, el alma eterna, viva, en comunicación con otras almas, a veces en puerto seguro, a veces a la deriva; el alma en relación filial con el alma de Dios, en correlación constante con la creación divina y en medio de ella; todo en conjunto lo evalúa el autor con la convicción de que el mejoramiento humano es un proceso que ha echado a andar, sí bien no va de una manera acelerada y dinámica, tal y como quisiéramos, pero lo cierto es que somos testigos de su desarrollo indetenible.
Es la conquista del cosmos interior, la búsqueda de la plenitud, esa integración del ser que desde los albores de la civilización ha sido encomienda constante de todas las culturas. Es entonces que Andrés Linares de la Bastida se da a la tarea de hallar los epicentros de los males cotidianos que nos aquejan. Su afán es lograr la metamorfosis de las tinieblas en luces permanentes. Es la vocación de un alquimista que busca la transformación del metal en algo valioso.
Arnaldo Muñoz Viquillón