‘Un rincón en la serena extremeña’ es la historia de amor de María, una guapa mujer que se enamora de Abundio poco antes de ser reclutado éste como soldado en la Guerra de Annual; o la de Antonina, heroica mujer enfrentada por su cuenta a un criminal, con un meditado plan, yendo en su busca por las sierras. Es de igual modo la del pendenciero, y quién sabe sino psicópata, Belisario, con su inquina personal a Juanpedrillo, traducida en violencia criminal o la de la tridimensional y oronda Marta Sobrino, intentando salir airosa del tránsito aduanero con el estraperlo del café camello. También la del pica, pica y del hambre. Es un trasfondo cronológico e histórico, con pequeñas y sencillas dosis recordado, en el discurrir histórico del hombre, desde que apareció como tal en la Tierra, no faltándole nunca la guerra y la violencia, orquestada y llevada a cabo por él mismo. Esta novela histórica no está exenta de profundas disquisiciones y ensayos sobre el comportamiento humano, con reflexiones sobre sí mismo de distintos personajes, tal el caso de Pepe, minusválido físico total, pero con niveles plenos en su intelecto. Es, en efecto, la segunda y última parte de ‘Ni el espíritu de los pámpanos’, continuando sus personajes con un desenvolvimiento sui géneris respecto del entorno, a pesar de que ellos no eran una excepción en contrariedades. Siguen los mismos personajes, con la añadidura de algunos más, como María, Antonina, Abundio y el cura don Aristarco, que lo secuestra Juanpedrillo.
Es una historia ¿acaso noble y humana? Así es también, y lo demuestran hombres excepcionales, aunque subyaciendo la muerte, la infamia y la guerra, aberrante proceder del hombre a lo largo de miles y miles de años. No faltan a la cita ni el quita méritos ni el envidioso o la heroicidad, aguas abajo del Río Svir, al oeste de Leningrado, de un joven del pueblo. Como es habitual en el autor, esta amplísima historia está enriquecida de múltiples y breves ensayos y semblanzas culturales, sin apearse del imprescindible sentido del humor, incluyendo de igual modo, la historia de dos genios, uno del cante, Manzanito de Castuera y otro por su sabia conexión con el mundo animal, Victoriano, el bayón, o la inédita y humanista opinión de un personaje de esta historia sobre la estancia del poeta Miguel Hernández en Castuera.