Salir a caminar por dentro de uno mismo. Un camino en el que ya no hay vuelta atrás porque solo es un camino de ida hacia lo superior. Lo supremo.
Quedarse a vivir en otro estado de conciencia.
Vivimos en continuo aprendizaje y contagio de lo que somos.
Bailamos encima de la vida como si tuviésemos la certeza de que nunca vamos a caer.
Y muchas veces bailamos sin mover los pies. Y la tierra que soporta nuestro peso, de repente se ve destruída por esa misma fuerza que hemos empleado en saber que siempre tenemos algo nuevo que aprender.
Y que no todos los alfileres están diseñados para coser.