La mayoría de habitantes de nuestras ciudades conoce con indiferencia la existencia de barrios marginales —por eso se les llama, con razón, barrios ignorados—, pero jamás han pisado sus calles ni han tratado a sus vecinos. Esta novela trata de mostrar y denunciar la sangrante realidad que se vive y que se sufre, con escasas posibilidades de cambio, en estos lugares de pasión habitados por personas dignas, en su mayoría buena gente, maltratadas de mil maneras por la vida.
Socialmente, es una verdadera vergüenza la desigualdad manifiesta y la brecha que parece insalvable. El mundo externo avanza ajeno a la problemática interna de estos lugares, salvo por las incomodidades y consiguientes rechazos que provoca su escasa
y negativa influencia en las ciudades. En los peores casos, este rechazo se traduce en aporofobia. La transformación de esta diversidad de actitudes, aún de las más extremas, es posible. El remedio: el conocimiento, la relación, la empatía, la voluntad personal y política.
Es una invitación a la apertura de ánimo y a la acogida, a la opción buena —una de dos— individual y colectiva para ir tranformando esas realidades sociales.