Según datos aportados por la ONU, la industria cárnica es responsable del 14,5% del total de las emisiones de gases de efecto invernadero; es decir, más que todo el transporte mundial junto. También consume un tercio de toda el agua potable disponible y está detrás del 80% de la deforestación a nivel global. Es impensable entender los masivos procesos de desertificación y los cada vez más prolongados períodos de sequía sin tomar en cuenta los desmanes de una industria que, año tras año, no cesa de crecer al mismo ritmo con que lo hace nuestro insaciable apetito de carne. Más de 90 mil millones de animales son sacrificados cada año en los mataderos de todo el planeta. Y la cifra no hace más que aumentar a un ritmo exponencial. No es de extrañar que cada vez más científicos estén alertando sobre algo que, a estas alturas, ya debería ser evidente: es imposible encarar el enorme desafío que supone el calentamiento global sin alentar una urgente disminución de nuestro consumo habitual de carne.
Y sin embargo, a pesar de todas las banderas rojas y de toda la información disponible y científicamente corroborada, el «problema de la carne» continúa siendo prácticamente un asunto tabú en el ágora de la política y de los medios de comunicación. ¿A qué se debe tanto silencio?
El presente ensayo tiene como objetivo indagar en las razones de este ocultamiento consensuado, así como intentar suplir un injustificable déficit de información y de conectar una serie de puntos que hasta ahora no han sido eficientemente divulgados (prestando al mismo tiempo especial atención a la realidad en España, uno de los principales países productores, exportadores y consumidores de carne en todo el planeta). También deseamos formular una pregunta cuya respuesta nos parece vital a la hora de encarar nuestro incierto futuro: si las imágenes dantescas de mataderos y macrogranjas son capaces de generar cierto malestar o remordimiento y por tanto de disminuir el apetito colectivo, y si la disminución del apetito de carne redunda en demostrables y objetivos beneficios medioambientales, ¿no sería acaso conveniente propiciar la difusión de tales imágenes y de dicha información?