El autor siempre se ha sentido cómodo con los poemas cortos y el verso breve, aunque en esta ocasión realiza algunas concesiones. Si bien su estilo marca un sello personalísimo, poco tiene que ver este libro con los anteriores. El poeta, más maduro en lo que hace y dice y en cómo lo hace y dice, extiende sus preocupaciones de hondo poso filosófico, que se esparcen sobre los versos, en los que cultiva y afila la palabra, que puede llegar a hipnotizarlo como un hallazgo sublime.
El desequilibrio con que nacen los humanos apresa su obra, en la que los temas del tiempo, la injusticia, el sinsentido de la vida marcan una huella profunda. Destaca una estoica actitud ante las adversidades, así como la contemplación de la Naturaleza y la imperceptibilidad del instante y las pequeñas cosas.