Cuando en diciembre de 1968 solicité permiso para marchar al extranjero a reunirme con mis padres y otros familiares, solicitud que hice amparado por las leyes vigentes, tuve que enfrentar las situaciones más inesperadas, que abarcaron toda una etapa de veinte años y fueron ellas tan excepcionales que no pude evitar sentirme frustrado como ser humano y como médico, en un país en el que se afirmaba a viva voz que se luchaba tenazmente por elevar la dignidad del hombre.
[ … ] Dios ha sido mi soporte básico, el seguro timón de la nave en que me tocó hacer la travesía de estos veinte años. He vivido una experiencia excepcional. Tengo derecho a relatar parte de esa experiencia [ … ]