Esta novela surge como un intento de encontrar una explicación a cierta experiencia vivida por su autor al recordar por casualidad la frase que da título a la obra. A partir de ahí, construye un relato sobre la vida de Jesucristo y las circunstancias históricas que la rodearon, basándose en fuentes alternativas a los Evangelios canónicos, las cuales se enriquecen con relatos y elucubraciones nacidas de su desenfrenada imaginación.
Al mismo tiempo, en paralelo, el propio Gabriel Zamiano nos narra, con su innata predisposición a la crítica ácida y al sarcasmo, las experiencias vividas durante su viaje a Israel, las cuales se entremezclan con sus propios sueños delirantes e incluyen un nutrido grupo de locos de atar, tan extravagantes como él.
La cuestión de la autoría de este abracadabrante relato no está, no obstante, resuelta, pues el propio autor que lo firma niega implícitamente haberlo escrito.