Germán Valdomar. Un cacique a su pesar. Un noble corazón en una ambigua y forzada actitud déspota, por ocupar un puesto de mando y privilegio que el azar vino a darle. ¿¡O viceversa!? Un corazón duro en una sensible y sentimental coraza. Es su propio dilema.
¡Que el lector decida!
Le tocó nacer en un tiempo antiguo, de amos y serviles: y Germán ejerció de lo primero y más tarde arrepintió. Capaz de las más tiernas y generosas acciones por amistad, o por amor. Y de las más injustas decisiones por el poder que el destino le dio: autocracia, despotismo, venganza y crimen.
Lleva del orfanato en la sustancia de su materia, el carácter impreso de la defensa propia, y eso le da la pátina de un sobreponerse a la adversidad. Y al mismo tiempo, la impronta adquirida de no tenerle miedo al miedo. ¿Infortunio?: ¡Ya, nada más que perder!, ¡Solo olvidar!, ¡Todo por recuperar
Le obsesiona y carga como una pesada loza, la frase: “Eres tan pobre, que solo tienes dinero”, que alguien le dijo, como una maldición que ha de llevar a cuestas. Pero el mundo a su alrededor no conoce la riqueza que también da la soledad, si a esta la acompañas de un apacible o impetuoso mar, un bello paisaje, una vela al viento, un buen libro y una espléndida música. Aunque solo sea para sus solos cinco sentidos. ¡Y nada más!