Todo ocurrió el 3 de enero de 1983 en Málaga. Un fenómeno repentino de cambio climático dejó a Manuel en un lugar donde el clima era desconocido. Aparentemente todo era casi normal, pero ni la gente ni los coches eran de la época de la que venía Manuel. No era el pasado ni el presente, mucho menos el futuro, estaba en un espacio no real, más bien en un lugar de tránsito inusual. Por suerte, Manuel conoció a Los Rompeolas, quienes lo ayudaron en los momentos en los que más lo necesitaba, ya que las autoridades de Villa Edén castigaban con cierta dureza a los extranjeros que llegaban. Que Manuel moviera la boca y la lengua para comunicarse era un delito grave.
Con la ayuda de Lady la Perra, la compañera de los dueños de Casa Sola, emprende una aventura muy peligrosa y a la vez con algo de humor y drama. Pasan por lugares extraños jamás visitados antes por ningún mortal, donde les esperan trampas, batallas y, por qué no decirlo, grandes desafíos con fantasmas y demonios de una zona maldita.
Fademare, el Dios de los demonios, usa sus diabólicos planes para recuperar el anillo que le entregó Tibureanus.