Un ángel llegó una tarde a mi casa, buscaba una escritora que le ayudara a narrar su historia y durante un año trabajamos hombro a hombro para contarla. “He visto a Dios”, me dijo…
Su historia, contundente, al lado del conocimiento que tuve de él durante estos años, me dieron la certeza de sus palabras. A Elías, un Ángel guió su camino mientras estuvo muerto, y a mí me dio su mano para salir de la oscuridad en la que me encontraba.
Estamos empezando el 2021 y el mundo ha entrado en un impasse: ya no somos libres, permanecemos confinados y Elías sigue dándome lecciones. Ha permanecido casi toda su vida en una silla de ruedas, tras una mala praxis, luego de un accidente automovilístico que lo ató a una silla de ruedas, pero, ¿realmente lo ató?
Desde aquel accidente no ha dejado de mover literalmente cielo y tierra para contar a la gente lo que sabe y lo que vió: sí, Dios existe.
Mucho se ha hablado de las experiencias y visiones de gente que ha regresado de la muerte y aunque aun existen pocos estudiosos formales, se ha llegado a comprobar la existencia de un “mundo” que comienza cuando morimos, pero pocos han documentado tan detalladamente la estancia de Elías en aquel lugar y, sobre todo, las experiencias posteriores que se narran aquí.
Todos tenemos una cierta noción de nuestra presencia en este mundo, pero pocos lo saben tan contundentemente como Elías, quien tuvo que perder el 90% del control de su cuerpo físico, pasar por el dolor y la aceptación del jovencito deportista a la inmovilidad total para conocer a detalle su misión.
Aprendí con Elías que las palabras: Dios, esperanza, valor y verdad no son solamente frases sino que tienen el poder de mostrarnos caminos a los que el miedo pone un velo. Me atreví a darle la mano como él se la dio a su Ángel. Aprendí y creí.
Puedo decirte que he visto volar, correr y bailar a ese hombre que aparenta estar en silla de ruedas, ya que él me ha enseñado que hay muchas formas de levantarse de ahí. Éste es un libro que te exige levantarte de tu silla y no dejarte vencer; las sillas literales o mentales son los apegos que nos impiden mostrarnos cómo somos.
Este es un libro que habla directamente a tu alma y sé que no te dejará indiferente porque está vivida por un hombre tocado por el cielo.
Ana María Vázquez