El siglo XIX y las primeras décadas del XX en España constituyen una época muy convulsa para la sociedad del momento: guerras, muertes, hambruna y enfermedades. La guerra de la Independencia, la pérdida de las colonias españolas, la guerra de Cuba y la de Marruecos… Por si no fuera suficiente, el país tuvo que afrontar la Guerra Civil y, como colofón, sufrir indirectamente las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial.
Es en este contexto en el que vive todo un pueblo, Purchena, lugar donde se desarrolla la trama de Volver tras mis pasos, tercera entrega de la trilogía Lágrimas saladas, en la que los descendientes de la vieja alquería de la Noria, los herederos de sus ancestros —Alejandro el Celí y Yamina, los del diario de Yamina— continúan protegiendo con dignidad sus raíces y su memoria histórica. Una lucha de sacrificio y compromiso por continuar con el legado del linaje de esta familia de origen morisco. Su personaje principal, Nadir Vega Chacón, cuando se encuentra al final de sus días, recorre su vida a través del recuerdo: vuelve tras sus pasos. Esta reconstrucción, el reencuentro del personaje con su memoria, con todo lo que ha vivido a lo largo de su caminar desde su infancia, es lo que el lector tiene la oportunidad de disfrutar. Se trata, pues, de una bella historia llena de relatos y de diálogos entre los personajes que van surgiendo a lo largo del tiempo, con gran número de aconteceres, unos reales y otros de ficción, descritos y narrados con un vocabulario sencillo y ameno que atrapará al lector y despertará un gran interés por conocer cómo termina esta autobiografía.
Esta última novela viene a completar la trilogía que recorre la historia de una familia morisca que, siglo tras siglo, va narrando el sentido y la razón de su existencia, de vivir en este mundo. Una trilogía cargada de amor y bellísimas historias y relatos, unos muy tristes y desgarradores, otros repletos de alegría y felicidad, que no dejan indiferente al que tiene la fortuna de leerla.