«Cada casa tiene su historia, cada familia su muerto, cada mujer su luto».
Febrero de 1939, Ferrán Balaguer Gilabert, cercana la derrota del ejército republicano, intenta alcanzar la frontera con Francia en un intento de salvar su vida, dejando atrás familia y casa en el Alt Urgell. Con esta decisión, sin sospecharlo, está dando un giro de ciento ochenta grados a su vida y a la de los que quedaron atrás. Volverá a llorar la primavera es una historia de fisuras, de ciclos sin cerrar. Historias de cobardías, de lo que debió hacerse y no se supo hacer. «Cuando pensó en volver, no tuvo en cuenta que se iba a encontrar con gente que nunca se fue, que en su rostro, en su vida y en sus manos, guardaba el cansancio de todos los años callados y muertos, mutilados de guerra, y los que tenían todos sus miembros pero se les había amputado el alma, la capacidad para sonreír sin miedo. Había vuelto a un país en el que había demasiados lisiados».
Una novela de trenzadas casualidades que van tejiendo situaciones revestidas de sentimientos encontrados. Ferrán y Pau Balaguer, Francesc, Neus, Mercé Arnau, Claudia, Jean o Chantal Cortés, entre otros personajes, piezas de un puzle por construir, emociones enfrentadas, contradictorias, hasta rematar en Néstor Balaguer Cortés, encargado de anexionar las dispersas existencias de los que le antecedieron que, por diferentes motivos, por diferentes decisiones, fueron incapaces de vencer el miedo a la valentía.
«La cobardía es la valentía del miedo, es el sentimiento que nos hace frenar cuando podemos desbocarnos, la que nos hace pensar cuando creemos ser omnipotentes, la que nos impide decir verdades, que pueden ser dolorosas, cuando culpamos de cobarde a alguien, lo que tal vez no
sabemos es que está ejerciendo con nosotros la mayor de las valentías, la que nos podría destrozar
con insultos o verdades, ser cobarde no es malo, lo malo es ser rastrero».
Volverá a llorar la primavera acaricia el pasado doloroso y se sumerge en un presente dolorido, intentando rescatar a los que desearon sobrevivir, simulando estar levemente heridos, en
un esfuerzo por superar las graves heridas del alma.
«Eso somos, somos solo fechas, cuando nos vamos acumulamos una fecha más, la última, y en nuestro trayecto vamos tachando números, así de efímera es la existencia del ser humano»