Esta nueva y —según confiesa el autor— última entrega de Zarandajas profundiza en una distorsión de ideas comunes desde ópticas insólitas, hasta convertirlas en interpretaciones corrosivas, paradójicas. La cotidianidad pasa a ser una sucesión de hechos de interpretación contraria a la generalizada aquiescencia. Temas recurrentes —la trascendencia más allá de la vida, la sexualidad, el individuo y la sociedad, la razón y la fe…— configuran un panel de mosaicos heterogéneos, expresados a través de una prosa apoyada en múltiples recursos y figuras literarias sobre un fondo de humor descarnado, con acidez de conceptos y latigazos continuados a las formas impuestas. Junto a este pesimismo descarnado y amargo, abundan las pinceladas poéticas que suavizan la crudeza de los pensamientos expresados. En suma, José Nieto-Téllez cierra y completa con esta cuarta etapa el corpus vivencial de una amplitud y variedad imposibles de resumir. En la amplia extensión de microtextos caben las más diversas sugerencias sobre multitud de temas, donde no faltan juicios irritantes y provocativos. Del descanso que ofrece en el tratamiento de ciertas nimiedades vulgares pasa, de inmediato, a hundir al lector en un laberinto de conceptos donde descarga frustraciones y vivencias pasadas por un tamiz exigente y negativo: condena cuanto hipócritamente le rodea, incluso se autoflagela a través de contradicciones que parecen liberarle. N-T advierte no ser un escritor para el lector masa, en una declaración nihilista pero cierta, donde resulta difícil la aproximación interpretativa a su soledad inabordable: con vocación asocial, pasa de toda convención rebaniega que la sociedad impone al individuo, consecuente al rechazo y profundo desapego hacia sí mismo. Desde la edición de la enorme colección poética «MURCIÉLAGO» (no venal ni publicitada, como expresamente decide en todas sus obras) y la concesión a la rigidez del soneto en «Ciento más uno» hasta esta amplia sucesión de breverías, los poquísimos que hemos podido bucear en su obra creativa, a pesar de él mismo, nos atrevemos a añadir esta breve semblanza.