Qué desastre de cajón está configurado por una serie de composiciones de difícil definición; si bien, todas están bajo el «paraguas» del humor absurdo. Este humor, surrealista, disparatado e irracional, nos sumerge en una realidad muy alejada de la misma —se podría decir que es una ficción de la ficción—, pero siempre buscando la sonrisa del lector. Los diversos personajes que van apareciendo son una caricatura de sí mismos. Tanto el Enamorado Imbécil como el Escritor Leidraj Alecnop y el Detective Roberto Escorial sobrepasan con creces —más bien con matrícula de honor—, todas y cada una de las características ya mencionadas. Si a lo
expuesto, añadimos una prosa coloquial —sin caer en la vulgaridad acentuada—, y bien estructurada, podemos decir que estamos ante «el librito más audaz para el lector más inteligente», con el permiso de la recordada revista La Codorniz. Para terminar, no podemos pasar por alto los pensamientos que nos manifiesta el autor al principio de la obra —como estrambote sin soneto—; en curiosa paradoja con el grueso de la obra.