«No soy un hombre al uso», por eso, esta presentación no incidirá en lo que tengo o lo que soy, sino «en quien soy». Lo haré, como casi todo en mi vida, «a mi manera».
En La Guardia de Toledo, lugar situado en lo alto de un cerro de la austera Castilla la Nueva, nací yo cuando corría el día 19 de septiembre del año 1946. En ese bendito lugar de calles de tierra, en el que el aire se impregnaba del perfume del humo de las chimeneas en invierno, del de los árboles de paraíso en primavera, del de la mies y polvo en verano y del de mosto de las bodegas en otoño, fue el crecer primero de mis huesos y el abrir a la vida de mi alma. En mi casa aprendí los valores de la familia, el amor, la amistad, el respeto, el honor, el trabajo, la fidelidad, la lealtad, la educación y la libertad. En la escuela, en el colegio y en la universidad, con el concurso de maestros y educadores, esos valores se fueron acrisolando en el niño y adolescente que fui, y forjaron el hombre que soy. En «la Punta del Cerro», en aquellos atardeceres rojos, nació y creció el soñador, sentimental y romántico que vive en mí.
Mi vocación de servicio a los demás la ejercí desde la noble profesión de abogado. Una sordera, a la que los médicos nunca encontraron causa, determinó que el 10 de octubre 2010, con apenas 64 años cumplidos, me viera apartado de una profesión que viví y amé con toda intensidad.
El poeta que ha vivido desde siempre en mí comenzó a despojarse de la timidez que le atenazaba allá por el año 1966 y comenzó a mostrarse. El escritor se hizo con el abogado cuando este entendió que «una demanda» era la expresión de un hecho, una vida que, para hacerlos atractivos al juez, en primer lugar, y a cuantos la leyeren después, debía expresar la terminología jurídica en lenguaje literario.
Este es el escritor y poeta que «Desde el umbral de la puerta» os muestra en este libro algunos retazos de su ya larga vida.