El jardín de los justos es una propuesta narrativa de ficción contemporánea, basada en dos situaciones bien diferenciadas:
La primera en un contexto festivo durante unas vacaciones en Ibiza, que dan pie —por mor de la suerte—, a que entre sus componentes se inicie un deseo irrefrenable de verse frente a un joven judío que vivió durante la segunda guerra mundial, describiendo, con todo lujo de detalle y precisión, tanto a los personajes como los escenarios por donde se va desarrollando la trama durante su búsqueda.
La segunda, narrando el relato frío y conmovedor de las vivencias de un adolescente al inicio de la segunda guerra mundial y su posterior estancia en el campo de exterminio de Auschwitz, donde, como un número insignificante de presos, logró sobrevivir a aquel criminal holocausto hasta la entrada de las fuerzas soviéticas de liberación, produciéndose, gracias a su relato cincuenta años después, la demostración de las miserias de la España de hace aproximadamente tres décadas y las mezquindades de las instituciones más importantes del estado, iglesia, gobierno, ejército… Estos acontecimientos originaron unas circunstancias totalmente fortuitas que dan lugar al esclarecimiento de la consecución, de forma obscena e indecorosa, de una de las mayores fortunas del país.
El auge incontrolado, en la mayoría de los países de Europa, del racismo, la xenofobia, el machismo, la opresión, el adoctrinamiento hacia ciertas formas de gobierno es lo que me ha movido a escribir El jardín de los justos, describiendo con toda crudeza y realismo las vivencias del protagonista como forma de hacer ver al lector las miserias de la condición humana y los peligros de la ultraderecha «fascismo», como forma de gobierno.
Las vivencias de estos hechos, ocurridos hace escasamente tres generaciones, hacen reflexionar de manera interna las carencias de los principios básicos de convivencia que tiene el ser humano, no volviendo el lector, una vez percibida la obra, a ver la vida como hasta ahora la había concebido, manteniendo el horror de dichos acontecimientos de forma perenne en el subconsciente de cada uno y, sobre todo, como terapia a tan despiadado ultraje. Debemos tratar de poner todos los medios que estén a nuestro alcance para que nunca más vuelva el fascismo a entrar en las instituciones como forma de gobierno, y que tales acontecimientos nunca jamás se vuelvan a producir.