Se aficionó a la lectura desde niña gracias a su padre, Aurelio. De su abuelo paterno lleva la escritura en las venas, quien publicó varios libros sobre Derecho. Los místicos como Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz sacaron su vena más espiritual, y la romántica, de poetas como Bécquer o Espronceda. Con su profesor de literatura descubrió la generación del 98 y del 27. Con Alberti comparte la pasión por el mar, tierra adentro. Con Octavio Paz, Cortázar y Benedetti tiene puntos de encuentro. En su mesilla los poemas de Boris Rozas. Enamorada del Club de Escritura Fuentetaja, donde escribe poesía y relatos cortos, desde hace más de una década. Recientemente, se atreve con los recitales poéticos. Aficionada a escribir haikus, imparte talleres de poesía y arteterapia, como «BOSQUESÍA». Rodeada de bosques y mares, sus espacios preferidos, es donde conecta con su interior. Escribir para Yolanda es una necesidad y una liberación.