Toda Europa vivió dos dramáticas guerras mundiales y nada aprendió de sus duros y desgarradores sufrimientos. La Europa cristiana dejó de serlo; lo material aplastó a lo espiritual, lo trascedente se diluyó en el limitado presente; la tecnología fagotizó la humanística; el nuevo mundo, nuestro mundo, predicó que no necesitaba a Dios para explicar cosa alguna puesto que nos subíamos a caballo de una civilización endiosada, de una nueva era sin Dios que nos llevaría al advenimiento del hombre inmortal.
El homo sapiens está despareciendo de la faz de la Tierra, para dar paso al homo silicium que podrá controlar su propio destino tanto en la tierra como en otros planetas y sistemas solares. Cuando un mal colectivo nos amenaza seriamente, llámese peste o coronavirus, cuando se extiende la incertidumbre de si existirá mañana, cuando la guerra vuelve a mostrar las calaveras por bandera, caso de la invasión rusa de Ucrania, cuando despreciamos a nuestros mayores a los que ni siquiera podemos acompañar en sus momentos duros, ni despedirlos cuando mueren, volvemos a plantearnos la finitud de las cosas y a preguntarnos si todo acaba aquí y ahora. Causa escalofríos el comportamiento que tuvieron y tienen con nuestros mayores algunos políticos e instituciones, convertidos en tasadores de sus vidas, que ante la saturación de hospitales y residencias por el covid no dudaron en establecer protocolos y hacer declaraciones a favor de los más jóvenes en detrimento de los de edad avanzada. «Hay gente que va a morir de viejo porque tienen una edad con setenta y pico durará lo que dure (…) creo que habiendo gente con veinte y tantos, treinta y tantos, cuarenta y tantos años… hay gente mayor que tienen que tomar ejemplo de Ratzinger (Benedicto XVI) y cogerse un helicóptero e irse a Castel Gandolofo o a la mierda o adonde quieran…».
¿De dónde venimos? ¿Adónde vamos? ¿Qué es la vida? ¿Qué es la muerte? ¿Qué pasa con el alma al morir? ¿Adónde va la vida después de muerta? Las cinco religiones más importantes del mundo (Cristianismo, islamismo, budismo, hinduismo, judaísmo) responden.
Apenas llevamos un cuarto del presente siglo XXI consumido, ya lo hemos finiquitado. La Europa adormilada en la confortable cuna del consumismo se quedó estupefacta al despertar a finales de febrero de 2022 con siniestros sones de tambores de guerra que vuelven a amenazar de destrucción al Viejo Continente.