Jose Eladio Santacara, vecino de Carcastillo, Navarra, cambió su profesión de profesor de tecnología por la de viajero a tiempo completo, requisito imprescindible para dar la vuelta al mundo en una camioneta y en solitario. Dejó la relativa tranquilidad de las clases, por el afán de ver-sentir otras formas de entender la vida, tan respetables al menos como la nuestra. El previsto viaje de
año y medio, a lo sumo dos, al final se convirtió en uno de casi tres años, pues como él mismo dice, «no hace falta ninguna excusa ni motivación para prolongar un viaje de estas características todo el tiempo que haga falta, siempre que se pueda».
Ya tenía experiencia en viajar por toda Europa, Norte de África y Oriente Medio, pero la vuelta al mundo era otra cosa. Un viaje que a veces quería parecer interminable, y que en su vuelta a Ítaca el camino, siempre el camino, dejó una huella tan profunda en él que, siguiendo el dicho viajero de que «el siguiente viaje es el mejor» haría que después viniese la vuelta a África, la segunda vuelta al mundo-China, y la tercera, hace menos de dos años terminada, que serán objeto de próximos libros.