Isabel llega al mundo en Cortegada (Pontevedra), donde transcurre su niñez antes de aventurarse en Carballiño, en busca de trabajo.
Unos años después, toma la decisión de apuntarse a la emigración, con destino a Alemania a una fábrica de conservas de fruta. Conoce allí a su actual esposo, con el que contrae matrimonio en una iglesia de la Baja Sajonia. Eran los años sesenta. Allí nació su primera hija, y con ella regresa a España estableciéndose en Arcos de Valdeorras. El marido vendrá meses más tarde. La necesidad de la época los obligará a emprender rumbo al país sajón una vez más.
Con la familia ya completa, encuentra empleo en el bar Lisboa de O Barco, antes de emprender el que sería su último viaje, con dirección a Suiza, con la sola idea de ahorrar lo suficiente para pagar su actual vivienda y regresar definitivamente con sus hijos e hijas.
En la actualidad disfruta cuanto puede de lo que llama sus raíces, de la compañía de su esposo y de los retoños que la vida le ha ido entregando. A sus ochenta años, es una persona muy querida en este pueblo que siente como suyo.