Jo Lee Myors, Barcelona, milenio anterior. Estuvo 49 años, tres meses y cinco días haciendo lo que todo el mundo esperaba de él, hasta que decidió no desperdiciar así la otra media vida que le quedaba.
Un día, tirando la basura, decide reciclarse. La insensata elección de hacer cosas que le gusten, ignorando la remuneración, convierte a un ingeniero-camarero y ángel de la guarda en entrenador de atletismo, profesor de instituto, figurante de cine y amo de su casa, donde asciende a responsable de compras y cocinero jefe.
Convertido en un auténtico nini: ni lee ni escribe. Comienza el confinamiento diseñando scape rooms para la familia y, harto de que no scaparan nunca, tuvo la triste idea de escribir Después de la señal, convirtiéndose en un nisi para sufrimiento de algunos. Ser polifacético tiene sus riesgos y efectos colaterales