Es difícil sustraerse a la pasión de escribir cuando uno se ha introducido en los laberintos de sueños que nos proporciona la literatura: comprueba que los mundos en los que te envuelve tienen más densidad que los temores y las inseguridades que la vida cotidiana te hace vivir.
Desde adolescente descubrí la lectura, se encendió una pasión que dura y que sé ahora alimentar. Y quise probar y meterme yo también en esos laberintos: antes los veía delante de mí, ahora los creo yo, como crea el agua los caminos de sus cauces.
Me han interesado siempre los personajes que no están en ninguna parte y en todas —hombres o mujeres—, sobre todo, mujeres que bracean abriéndose camino y haciéndose sitio con sus llamadas en donde se tocan otros instrumentos y donde suenan otras orquestas. Por eso, compuse novelas como Los entremundos de la reina Juana, dedicada a la primera monarca de los reinos de España, la llamada «loca»; y Magdalena, la señora del señor, esa mujer sin la cual, con toda seguridad, hoy no hablaríamos de un muerto resucitado.
Y todo ello sin dejar de lado mis investigaciones filosóficas, en especial, en la Antigüedad. He publicado la antología de textos más amplia existente actualmente en el mundo sobre las doctrinas no escritas de Platón: Platón. Doctrinas no escritas. Antología, de las que más de dos tercios de los textos no estaban recogidos ni traducidos a idioma moderno alguno.
El amor, sus doctrinas y sus costumbres, su presencia en el imaginario cultural y en la vida cotidiana y literaria me han apasionado desde siempre, y he dedicado a este tema dos libros recientes: Historia del amor. El poder del eros en la cultura occidental y Costumbres eróticas occidentales.