Nací en Madrid hace ya más años de los que soy capaz de asimilar. Mi relación con la literatura seguramente entra de lleno en la contradicción más absoluta. Estudiante de Ciencias, pero con alma de contador de historias, mi primer contacto significativo con el mundo del papel tuvo lugar leyendo un libro sobre un detective histriónico de origen belga que me cautivó porque conseguía que te
vieras involucrado en un mundo complejo y enrevesado pero envuelto de una sencillez sin límites. No entonces, sino unos años más tarde y de pie frente a una tumba en el cementerio de St Mary, en Cholsey, me prometí a mí mismo que algún día intentaría emular la magia de quien allí descansaba. He escrito libros que no tienen nada que ver con el misterio, sin embargo, este segundo paso
en la ficción (después de la novela El secreto de la mansión Flint) constituye otra prueba más de que a veces los sueños se pueden cumplir. Aun sabiendo que jamás podré llegar a su altura sólo puedo decir gracias de nuevo, MRS CHRISTIE.