Juanjo Fuentelzás llegó al mundo en un momento donde la vida no era nada fácil para muchas de las familias que formaban parte de ese grupo catalogado como muy humildes, al cual pertenecían ellos, donde, hasta el hambre era protagonista en los cinco miembros que la componían.Su nacimiento tuvo lugar en un pueblecito de la olvidada Extremadura, muy cercano a la singular Mérida.Después de mucho peregrinar por esa zona geográfica, cuando Juanjo tenía siete años, él y toda su familia recalaron en la ciudad de Cáceres.Hasta ese momento, no había accedido a ningún centro de primera enseñanza, su madre había sido la única persona que había ejercido de tutora.Cuando ya era un adolescente, la posibilidad de engrandecer su cultura y con ello mantener y acrecentar la ilusión que sentía hacia la poesía lo llevó a tomar una de las más importantes, y transcendentes, decisiones de su vida; y con ello, entre otras cosas, seguir leyendo y aprendiendo de Javier Heraud y Cesar Calvo, entre otros.Barcelona fue su destino cuando solo contaba diecisiete años.En la ciudad condal, durante los primeros años de su llegada, el sacrificio fue una constante en su día a día. El trabajo diurno, necesario para su supervivencia económica, y los imprescindibles estudios nocturnos no le impedían dedicar algún tiempo a la lectura de obras de Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa.Años después, considerando una de las últimas voluntades de su esposa, fallecida por causa de un cruel cáncer, y en homenaje póstumo a ella, dio por finalizada su segunda obra: Entre la luz de París y la sobra del destino, que publicó a continuación.Hoy procede en consecuencia con una de las varias que figuran en sus archivos: NOTAS DE ESPERANZA.